Seis de la mañana, por la calle abajo va un hombre ebrio y
Dios sabe que más se habrá echado.
Camino de casa hablando solo, mira al
cielo la luna que brilla.
Canturrea una canción que le da alas.
Los edificios parecen que se le vienen encima, o bailan con
él.
Una palmera gigante adorna el paseo que le lleva hasta casa.
Toca el portero y grita, ¡abre María! que no tengo la llave.
Pero mira la palmera y empieza a trepar por ella.
María se asoma a la ventana: ¡Por Dios Pablo, baja!
-Quiero volar, mira como lo hago.
Se lanza con los brazos abiertos.
Suenan las sirenas. En el suelo, yace el cuerpo de Pablo
bañado en sangre.
26/08/17
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