La magia de la Navidad.
Rondaba el año 1667,
tras el final de la guerra en enero, del corriente año. Rusia se reponía de la
devastación, miseria y hambre que había dejado esta. Pero no sería fácil para
el pueblo llano, muchos habían perdido sus casas, y familiares. Un año muy
duro, en el que cada cual se buscaba la vida como podía.
Llegaba el invierno y
como si nada hubiese pasado esos años atrás, las calles se vistieron, con
algunos adornos de navidad, de la época.
Los más agraciados, que
no habían perdido toda su fortuna, se paseaban con sus buenos abrigos,
sombreros y paraguas. Mirando los escaparates iluminados, buscando un regalo
que llevar a casa por navidad.
Bajo el hueco de una
escalera y en el rincón, dormía la pequeña Natasha entre cartones que recogía
todos los días, para no pasar frío.
La niña, había quedado huérfana
en la guerra. Vagaba por las calles de día, buscando algo que comer y con qué
abrigarse. Siempre encontraba algún trozo de pan que tiraban los ricos o algún
alma caritativa le regalaba.
El invierno se iba
poniendo cada vez más frío, las heladas, cubrían las calles.
Llegó la noche del
veinticuatro de diciembre. Los hombres aún paseaban por las calles, mientras las
mujeres terminaban de preparar la cena de navidad.
Un hombre alto, moreno,
con sombrero de ala y un paraguas negro, vio a la niña, que vestida con harapos
le observaba, éste cogió su paraguas que era bastante grande y le dijo, para ti,
te guardará del frío.
Natasha, se le quedó
mirando con unos grandes ojos negros y brillantes y dijo: -gracias señor-.
Cogió el paraguas en
mano, lo abrió y vio que era tan grande que podía usarlo para cubrir su cuerpo
por la noche y protegerse del frío.
Las calles se iban
quedando vacías, una brisa soplaba suave, la niña bajo su paraguas negro, se
frotaba las manos.
De pronto una ráfaga de
viento hizo volar el paraguas y quedó con toda su parte convexa hacia arriba.
Natasha corrió para agarrarlo, pero de repente el viento calmó, una luz blanca,
brillante e intensa con destellos dorados, caía del cielo e iluminaba el
paraguas, que poco a poco, comenzó a llenarse de alimentos, un abrigo y una
bolsa con dinero, justo lo que necesitaba para salir adelante, un regalo inesperado
de navidad para la niña.
Ada. 28/11/18
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