No era más que otra tormenta
mental, cada vez que miraba tú portarretrato, la que se instalaba en mi cerebro
sin permiso, llevando los pensamientos más drásticos a ese acantilado de más de
cien metros, donde el sonido de las caracolas, se confunden con cantos de
sirenas, viento y mar.
Tan sólo queda saltar, adentrarte
en ese mundo y dar vuelta a tortilla.
Que no pueda contigo. Tienes
la fuerza suficiente para no caer jamás.
Ada. 21/1/2019
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