A medio día ya podía
andar, aunque muy torpe, mi sombra era más rápida que yo, hablaba lentamente,
me costaba pensar y coordinar.
Tres días estuve con
las tres pastillas. Luego me retiraron el Tranzilium. Era mucha dosis para mí.
Así y todo dormía más de diez horas. Pero ya no escuchaba tanto esas voces, lo
poco que oía era lentamente y a lo lejos.
El psiquiatra me vio y
adaptó la medicación. Aún así mis pasos eran torpes y no digo mis pensamientos,
al igual que ver una película a cámara lenta, así pensaba. Si me hablaban, me
quedaba mirando, esperando entender lo que me querían decir, luego podía
responder.
Yo un hombre superactivo,
que me gustaba abarcar todo, viéndome tan lento. Primero me desesperaba, pero
el médico me decía que debía esperar un tiempo, primero había que silenciar las
voces. Tardaron las jodías en desaparecer, aunque ya me estaba acostumbrando a ellas. No les
prestaba atención. Hasta el 14 de octubre al despertar, mi mente estaba en
silencio. Me preparé unas tostadas con mantequilla, un Cola Cao, ya que me
aconsejó que retirase el café, bebidas alcohólicas y estimulantes.
Salí a dar un paseo al
parque frente a mi casa. Normalmente tardo 5 minutos en llegar, pues aunque
parezca ilógico, tardé 20 minutos. No sólo mi cerebro iba despacio, era todo
yo, parecía un esperpento de persona. Me dieron las tantas en el parque viendo
a los niños correr, llegó la hora del plenilunio y mi mujer vino a buscarme.
Los meses se me
hicieron eternos. Tenía visitas al médico cada mes. Siempre las mismas
preguntas: ¿Han vuelto las voces? ¿cómo te sientes?
Gracias a Dios o a lo
que haya, siempre mis mismas respuestas: todo bien, ¿cuándo me reducen la
medicación? Preguntaba desesperado.
-Paciencia, me decía
una y otra vez. Hasta que pasaron seis meses y me empezó a bajar la dosis, eso
no quiere decir que estuviese bien, había que controlar todo. El apetito seguía
aumentando me creaba ansiedad, pero ya andaba mejor. Así pasó el tiempo y
siguió adaptando la medicación hasta mantener una dosis mínima, que me permitía
llevar una vida “casi normal”.
Aunque noto que mi
mente divaga de vez en cuando, por eso escribo antes de que la memoria me pase
una mala jugada.
Ada. (23/1/2020)